Foto de la revista Hola. Autor: Savini.
Con esta foto se despacho la revista Hola en el cierre del año en el cual se promovio la valoraciòn de los afrodescendientes.
Con irónico sentido de la oportunidad, la revista Hola cierra el año mundial de los afrodescendientes con la foto de dos sirvientas afrodescendientes , apostadas como adornos en los márgenes de la escena donde sus blancas patronas —las "mujeres más poderosas del Valle del Cauca", según Hola— posan frente a la piscina de su “formidable mansión hollywoodense”.
Entre los siglos XVIII, XIX, XX e incluso ya en este siglo XXI es simbolo de ostentaciòn social el tener empleados domèsticos afrodescendientes.
Ya se ha dicho mucho sobre el retrato, que se regó como pólvora por las redes sociales.
Lo primero que llama la atención es la misma existencia de la reacción colectiva contra la foto.
Como lo saben los sociólogos desde Durkheim, los prejuicios y los consensos sociales cambian a medida que se transforman las emociones colectivas, y éstas se activan con símbolos e imágenes como el retrato de marras. De ahí la importancia del debate reciente, que ejercita la dormida indignación contra la discriminación. Si la conmemoración del año afro tuvo al menos una mínima influencia en este cambio, cumplió su cometido.
El Gobierno colombiano, a través del director del Programa Presidencial para el Desarrollo de la Población Afrodescendiente, Oscar Gamboa, condenó la foto publicada en la revista española y aseguró que mostraba “un contraste perverso”. La foto salió días después de que el presidente colombiano Santos sancionara la ley antidiscriminaciòn en Colombia.
Los Gobiernos de nuestros paìses no deberían alarmarse por una fotografìa de este tipo, sino por lo contrario fomentar políticas que ayuden a combatir el racismo y la discriminación. Pero, justamente, y más en estos tiempos de ‘crisis’, hacen lo contrario: expulsan inmigrantes, fomentan leyes discriminatorias y ajustan cada vez más a su población.
“Es una foto que no es especial, una entre más de cien que se hicieron para el artículo. Debió ser idea de alguien de nuestro equipo, las señoras aparecieron por ahí para poner un café y a alguien se le ocurrió que se pusieran ahí. No hay que darle más vueltas”, declaró el fotógrafo de Hola, Andrea Savini. Mientras que Rosa Haluf de Castro, madre de Zarzur, dijo que “son niñas que nos trajeron el tinto y el jugo, nosotros nunca nos imaginamos que hubiera gente que vería la foto de otra manera. No entiendo. ¿Indignante es trabajar? ¿Indignante es servir tintos?“.
Seguimos naturalizando el racismo en nuestros paìses y por consiguiente negandolo.
La foto no muestra otra cosa que la realidad imperante en la mayoría de los países occidentales: el servicio doméstico (y cualquier trabajo de ‘menor rango’ que uno profesional) lo realizan negros. Y también extranjeros. Es un lugar común que en países europeos se diga que los extranjeros (no los ricos ingleses o alemanes que compran tierras en pequeñas ciudades turísticas, sino aquellos que escapan de sus países de origen por la crisis imperante) “hacen los trabajos que los nativos no quieren hacer“. Empleos de limpieza, de servicio gastronómico o de venta callejera (ni hablar de prostitución) son realizados en Europa por latinoamericanos de tez oscura, negros u orientales, si es que antes no los expulsan por ‘ilegales’.
Así, por más que la foto muestra una realidad ‘racista, clasista y perversa’, tal como se la criticó, no deja de ser una constante en las prácticas de las clases más acomodadas. La dominación cultural de los blancos contra los negros, indios o cualquier otra raza considerada ’inferior’, en este caso, data de siglos
Tampoco es como para cantar victoria: según los datos de la encuesta LAPOP, más de la tercera parte de los colombianos niegan que haya racismo, y son muchos los analistas y hacedores de políticas públicas que siguen sosteniendo lo mismo.
Pocos han expresado esta posición con tanta candidez como Rosa Jaluf, la mayor de las damas vallunas de la foto: “todo el mundo sabe que aquí en Colombia hay una cantidad de personas de color que hacen su vida y nosotros la respetamos”.
Y agregó al colgarles el teléfono a los de la W: “aquí en el Valle hacemos las cosas bien… Yo doy por terminada esta entrevista porque yo no necesito decirles a ustedes cómo vivimos nosotros aquí”. Imagino que con ello la presidenta de Fenalco Cali no se estaba refiriendo al constante acoso policial que viven los jóvenes negros de Aguablanca, que ha documentado el Observatorio de Discriminación Racial; o a los patrones de segregación racial de los barrios de la ciudad que ha estudiado el CIDSE de la Universidad del Valle; ni a la sospechosa escasez de empleos para gente negra en los bancos y supermercados caleños.
No creemos que el problema sean sólo las prestantes señoras. Curiosamente, los críticos se han ensañado con ellas y pocos han reparado en que la revista es responsable de la escena y la publicación de la foto. El autor de la imagen, el fotógrafo Andrea Savini, no sólo justifica lo injustificable sino que saca de la manga el contraargumento clásico de los negadores de la discriminación. “El que hace polémica por el reportaje lo que está haciendo es discriminando a los negros”, sostuvo. Así pensará también la revista, que ha guardado silencio en medio de la lluvia de críticas. Al fin y al cabo, según Savini, “Hola no es una revista que trate temas controvertidos”.
Afortunadamente, el episodio sugiere que son muchos los que piensan que el clasismo, el sexismo, el racismo, la homofobia y otras formas de discriminación son temas para controvertir públicamente. Una buena forma de terminar el año.
Fuente: ACSUN, Lic. Javier Dìaz,el espectador,Alexissoco
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