lunes, 24 de febrero de 2014

Falleció Carlos Páez Vilaró



El artista plástico uruguayo falleció este lunes a los 90 años en Casapueblo. Su familia se reúne en el lugar, donde resolverá dónde se le dará el último adiós. Las banderas de Casapueblo están a media asta por el fallecimiento de su creador.




Carlos Páez Vilaró nació en Montevideo el 1º de noviembre de 1923 y falleció este lunes 24 de febrero de 2014, a los 90 años en su escultura habitable Casapueblo, donde las banderas permanecen a media asta.

Según declaró una de sus hijas a Teledoce, el artista "se levantó a la mañana, había descansado muy bien y estaba conversando con su médico para decirle que tenía un dolor cuando falleció".

Su hijo Carlitos Páez Vilaró dijo que no hay un pésame ya que su padre "trabajó hasta los últimos días". "Estuvo laburando hasta ahora, si me tocara vivir una vida así yo la firmo. Llegó lúcido e impecable, fue un referente para todos”, aseguró.

El velatorio se realizará hoy en la sala Mario Benedetti de Agadu (Canelones 1130) a partir de las 20:00 hasta las 00:00 horas y continuará mañana de 7:00 a 11:00 horas, cuando saldrá el cortejo hacia el Cementerio del Norte. Los restos del artista serán enterrados en el panteón que de la gremial de autores.

Según dijo su hij al artista “le hacía mucha gracia que Agadu le pagara el entierro (porque) él era un autor" y afirmó que cada vez que era intervenido quirúrgicamente le decía que no se olvidara de Agadu.

Las banderas de Casapueblo ondean a media asta en esta jornada en homenaje a su creador.


Algunos datos biograficos


Páez Vilaró vivió en su juventud en Buenos Aires donde comenzó a desarrollarse como artista.

Regresó a Uruguay en la década del 40, interesado en el tema del candombe y la comparsa afro-oriental y se vinculó al conventillo “Mediomundo”.

En 1956 dirigió el Museo de Arte Moderno de Montevideo y fue secretario del Centro de artes populares del Uruguay en 1958.

José Pedro Argul lo consideró un artista con “un desprejuicio sin par, un desparpajo ingenuo unido a una condición de trabajo excepcional y técnicas múltiples.
LAS LLAMADAS, LOS ANDES Y CASAPUEBLO.

Vinculado a la comunidad afrouruguaya, durante años formó parte de sus fiestas populares, en particular de las Llamadas, y sus temas fueron motivo para sus obras plásticas. Pintó cartones, compuso candombes para comparsas lubolas, dirigió coros, decoró tamboriles y participó de los desfiles de Llamadas.

En 1972, su hijo "Carlitos", viajaba en el avión que transportaba un grupo de jugadores de Old Christians y sus familiares y que cayó en la cordillera de Los Andes. Tras la desaparición de la aeronave, el artista se trasladó a Chile para colaborar tenazmente con la búsqueda, incluso cuando las acciones oficiales ya se habían suspendido. Para ello reclutó voluntarios, consultó a videntes e incluso se internó en la montaña. Finalmente Páez hijo figuró entre los 16 sobrevivientes. Esa búsqueda fue reflejada en su libro “Entre mi hijo y yo, la Luna”.

En Punta Ballena construyó la famosa Casapueblo, vivienda, museo y paisaje panorámico. Entre sus murales figuran los que decoran la sede de la OEA en Washington, el hotel Conrad de Punta del Este, hospitales chilenos y argentinos, y los aeropuertos de Panamá y Haití.

En su múltiples viajes conoció a Picasso, Dalí, De Chirico y convivió con el Dr. Albert Schweitzer en el leprosario de Lambaréné.

Su vida artística trascendió a la pintura. Se involucró con la escultura, la arquitectura, el cine y las letras. Tuvo múltiples reconocimientos por esto, tanto a nivel nacional como internacional.

En 2003, fue nombrado “ciudadano ilustre de Montevideo” y en 2005 recibió en Buenos Aires el premio como “artista de las dos orillas”, por el Consejo de la legislatura de esa ciudad.


En aquella charla con El País, Páez Vilaró realizó una selección de sus cosas más preciadas:

Su amuleto

Una especial pulsera negra. Se trata de un accesorio hecho con pelos de cola de elefante, que se había traído de África en 1962 y nunca más se sacó. Decía que tocar los nudos da suerte y solía alentar a los demás a hacerlo.

Su orgullo

La Capilla Multicultos del cementerio Los Cipreses, en San Isidro (Buenos Aires) es, para sorpresa de muchos, la obra que más orgullo le dio. "En ella logré sumar todas las disciplinas que he intentado: hice vitrales, pintura, los pisos. Fue muy difícil. Muchas veces tenía que dejar el andamio y suspender el trabajo porque llegaba un entierro. No es fácil para un hombre que quiere tanto la vida pintar para la muerte".

Su referente

"Mi pasión más grande se despertó cuando vi la obra de Figari", confesó Páez Vilaró. Fue Delia, la propia hija del gran pintor, quien se la presentó. "Fanfarrón, pensé: `Tengo que ganarle a esta pintura. Él los pintó (a los negros) del recuerdo. Yo voy a pintarlos de la realidad".

Sus amigos

Los gatos son otros habitués en las pinturas de Páez. "Son mis amigos más antiguos, mis amigos silenciosos, que estéticamente me entretienen. Me dan placer. A veces les pregunto: `¿Te gusta este color?` Si me dice miau, entonces sigo para adelante". En Casapueblo tenía cuatro, llamados Este, Oeste, Sur y Norte. En su casa-atelier de Tigre conviven "unos diez o doce", contó el artista





Fuente: ACSUN, Lic. Javier Dìaz, El Paìs.

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