Tres días después de la muerte de Michael Brown, el joven negro desarmado que falleció por disparos de un agente de policía, la tensión racial sigue desatada en las calles de Ferguson, un humilde suburbio de San Luis. Por cuarta noche consecutiva, varios centenares de personas protestaron este martes por el fallecimiento de Brown pidiendo “justicia” y arremetiendo contra la actuación policial. Y la madrugada terminó con dos personas con impactos de bala.
A medianoche los numerosos agentes de seguridad desplegados alrededor del epicentro del tiroteo lanzaron gases lacrimógenos a algunos de los manifestantes, y uno de ellos disparó contra un hombre que le había apuntado con una pequeña pistola, según informa la policía del condado. El hombre se encuentra en estado crítico. En caso de fallecer sería el primer muerto en las protestas. En paralelo, una mujer recibió un disparo en la cabeza desde un coche, pero su vida no debería correr peligro, según las autoridades, que desconocen los motivos de este incidente. La policía asegura que entre cuatro y cinco hombres iban cargados con escopetas en la zona.
El origen de los disturbios está en el sábado a primera hora de la tarde, cuando Brown recibió varios disparos en la esquina de dos calles comerciales de Ferguson, una localidad de 21.000 habitantes y ubicada a unos 15 kilómetros al norte del centro de San Luis (Misuri). El fallecimiento de Brown, de 18 años, está repleto de incógnitas por resolver, que no hacen más que atizar la ira de muchos de los vecinos del barrio, poblado mayoritariamente por afroamericanos.
La policía del condado asegura que un agente -cuya identidad no se ha revelado- mantuvo “un encuentro con dos individuos” y que Brown le empujó dentro de su vehículo, lo “atacó” y luchó por su pistola, a lo que el agente respondió con varios disparos mortales contra el joven. Sin embargo, la familia y algunos vecinos del barrio cuestionan esta versión. El chico que lo acompañaba asegura que Brown alzó sus brazos en una señal pacificadora y que el policía abrió fuego cuando el joven rechazó trasladarse del centro de la calzada a la acera.
Centenares de personas vuelven a protestar en Ferguson por la muerte del joven. Una persona recibió la madrugada del martes un disparo de la policía y se encuentra en estado crítico
Los vecinos acusan a la policia de actuar frecuentemente con tintes racistas. Y la muerte de Brown solo ha liberado una ira y un rencor enquistados durante demasiado tiempo. Terry Jones, profesor de Ciencias Políticas y Políticas Públicas en la Universidad de Misuri-San Luis, explica que “no es raro” que en Ferguson y otras localidades dormitorio de San Luis tengan lugar protestas pacíficas de la comunidad negra en las que denuncian sufrir discriminación racial por parte de la policía y en el mercado laboral e inmobiliario. “Lo que es sorprendente son los saqueos y disturbios. San Luis no tiene una historia de ello”, subraya en una entrevista telefónica. En los inestables días en los años 60 de lucha contra la segregación racial, las manifestaciones en San Luis, a diferencia de otras grandes ciudades norteamericanas, apenas derivaron en altercados.
Jones afirma que desde 1917 -cuando tuvieron lugar choques violentos entre trabajadores negros y blancos en una fábrica en la otra orilla del río Misisipí en el Estado de Illinois- no se registraba en el área metropolitana de San Luis una protesta violenta por motivos raciales del calado de la de Ferguson.
Tras la muerte de Brown el sábado se han sucedido las protestas pacíficas durante el día acusando a la policía de actuar con racismo, reclamando una investigación de los hechos y el arresto del autor de los disparos. Las protestas se tornaron especialmente violentas las noches del domingo y lunes. Algunos manifestantes saquearon establecimientos comerciales y lanzaron piedras a los agentes policiales, que respondieron con disparos de balas de goma y gases lacrimógenos. Alrededor de 50 personas fueron detenidas. La situación era más calmada la noche del martes, hasta que se produjeron los disparos a dos personas.
La tarde del martes tuvo lugar una vigilia frente a una iglesia organizada por el reverendo y activista a favor de los derechos civiles Al Sharpton, que hace un año fue el precursor de las protestas pacíficas por la sentencia judicial que exculpó al autor de la muerte en Florida de Trayvon Martin, otro joven negro desarmado. A su lado se encontraba el padre de Brown, que llevaba una camiseta con la imagen de su hijo en la que se leía “Violencia no”.
Lo que es sorprendente son los saqueos y disturbios. San Luis no tiene una historia de ello”
Terry Jones, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Misuri-San Luis
En una muestra de la preocupación del Gobierno federal, el Departamento de Justicia ha abierto una investigación de los hechos y el presidente Barack Obama hizo el martes una llamada a la calma. La Administración se ha apresurado a actuar para evitar un nuevo caso Trayvon Martin.
Hasta 1960, Ferguson y otras partes del norte de San Luis estaban habitadas mayoritariamente por ciudadanos blancos, pero el fin de la segregación racial en las escuelas provocó un éxodo de blancos a áreas más alejadas de San Luis, una tendencia que se repitió en muchas otras urbes estadounidenses. “En 1980 la proporción era del 50% entre blancos y negros, y ahora los afroamericanos suponen dos tercios de la población”, señala Jones. Una cuarta parte de los residentes viven por debajo del nivel de pobreza federal. La tasa duplica el promedio del Estado de Misuri.
La recomposición racial no evitó que Ferguson perdiera población, como lo han hecho San Luis y gran parte de los suburbios al norte. Según las últimas estadísticas, entre 1990 y 2010, el número de residentes cayó un 4,5%, hasta los 21.000. Muchos de los residentes blancos de desplazaron a los prósperos suburbios al oeste del área metropolitana de San Luis, que han experimentado un sólido crecimiento demográfico en las últimas décadas. En cambio, San Luis es la gran urbe de EE UU que ha experimentado una mayor pérdida de población desde 1950, del 62%.
El mosaico racial, sin embargo, no se ha trasladado a la composición de la policía y la alcaldía. Solo tres de los 53 agentes de la Policía de Ferguson son negros, mientras de los seis integrantes del Consejo del Ayuntamiento únicamente uno es de color. “Contribuye a la tensión, pero también lo haría en otras zonas del norte de San Luis, donde hay situaciones similares”, analiza el profesor.
En los últimos años se ha acentuado la tensión entre la policía y los habitantes de Ferguson por motivos raciales. El año pasado, la suspensión del único superintendente de color en la junta escolar de la ciudad desató varias protestas. Y el Departamento de Justicia inició una investigación por una supuesta discriminación en la representación legal de jóvenes en tribunales familiares.
Según un informe de 2013 del fiscal general de Misuri, la Policía de Ferguson detuvo y arrestó a los conductores negros casi el doble de veces más que a los blancos. Es una disparidad habitual en el conjunto de EE UU. Del total de detenidos en 2012 en todo el país, un 28,1% eran de color -más del doble de su proporción demográfica (13,1%)-, según las cifras del FBI. Por ende, un hombre de negro tiene seis veces más posibilidades de ser encarcelado que uno blanco, y 2,5 veces más que uno latino, según los últimos datos oficiales recopilados por The Sentencing Project, una organización civil. Ahora, la tensión acumulada detrás de estas cifras se ha desatado en las calles de Ferguson.
Fuente: ACSUN, Lic. Javier Dìaz, Elpais.
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