“(…) Cuatrocientos años desangrando nuestro pueblo y ¿somos perturbadores de mala fe? Cuatrocientos años enriqueciéndole el bolsillo a otros y empobreciéndonos nosotros ¿y somos perturbadores de mala fe? Necesitamos esas respuestas claras ¿sí? Porque nosotros no somos ningunos perturbadores, lo que hemos hecho es construir la paz en este país; y es la paz verdadera, no es la paz de discurso, no es la paz con las armas, es la paz de crear y parir hombres y mujeres de bien, y eso lo hemos hecho como comunidades negras, como mujeres negras (…)
Con estas palabras,Francia Elena Márquez Mina, quien estremeciera la opinión pública nacional con su intervención ante funcionarios de los Ministerios del Interior y de Justicia, de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, de Minas y Energía e INGEOMINAS, al denunciar el no acogimiento de la sentencia T-1045A/10 en la cual la Corte Constitucional “se dispone TUTELAR los invocados derechos fundamentales al debido proceso y a la consulta previa con la respectiva comunidad afrodescendiente”
Hay que indicarlo, el mundo rural no es homogéneo ni único, acoge la resistencia de múltiples comunidades que desde cuatrocientos años y más, vienen resistiendo el despojo perpetuo de sus tierras y cultura y que hoy hacen frente al extractivismo, a la perfidia de los gobiernos y a la unidimensionalidad de la izquierda política.
Pasaron ya dos años desde aquel 2013 cuando el Paro Agrario Nacional (agosto) y la Minga Indígena (octubre) rompieron el silencio del campo y el embrujo de las ciudades.
Una de las plataformas aglutinadas desde la fecha, la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular (CACEP) convoca entre el 30 de agosto y el 5 de septiembre a la indignación común, buscando, además de la manifestación de la digna rabia colectiva, ensamblar las luchas de las comunidades del campo y de la ciudad en movimientos comunes.
Una de las plataformas aglutinadas desde la fecha, la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular (CACEP) convoca entre el 30 de agosto y el 5 de septiembre a la indignación común, buscando, además de la manifestación de la digna rabia colectiva, ensamblar las luchas de las comunidades del campo y de la ciudad en movimientos comunes.
Si bien esta plataforma de expresiones sociales inició como una confluencia de organizaciones agrarias y campesinas, pronto, en marzo de 2014, se juntó con la Minga Indígena y el Proceso de Comunidades Negras PCN, dándole ese carácter étnico que resaltamos ahora en la voz de Astolfo Aramburo Díaz, líder étnico del Consejo Comunitario Yurimanguí (zona rural de Buenaventura), además miembro del PCN.
"Una razón nos movió a realizar esta serie de entrevistas a los distintos procesos que conforman la CACEP: ubicar puntos de posible unidad en la diferencia. Muchos han sido los conflictos entre sí por parte de las distintas expresiones políticas de la izquierda colombiana; las voces de unidad son motor para la acción colectiva en la protesta, pero, la siempre difícil unidad en la diferencia resulta un reto no solo para unir agendas, sino para conjugar las variadas formas de vivir y de concebir el mundo propio y el de las otros" (tomado del sitio web radio Macondo)
Astolfo Aramburo – “(…) El artículo siete de la Constitución Política, habla de la diversidad étnica y de la Nación ¿eso también no es un fin del Estado? ¿a qué le vamos a dar prioridad entonces, o sea, al petróleo o a la protección de la identidad cultural? a que los pueblos no desaparezcan (…)”
La entrevista evalúa la implementación de la ley 70 de 1993, la relación entre autonomía comunitaria y Consejos Comunitarios, la aplicación de la Consulta Previa y la posible unidad territorial de las comunidades rurales.
Fuente: ACSUN, Lic. Javier Dìaz, Radiomacondo.
Fuente: ACSUN, Lic. Javier Dìaz, Radiomacondo.
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