El 16 de marzo de 2021 se cumplio 400 años del asesinato a traición de Benkos Biohó, Rey del Palenque de la Matuna, el primer pueblo libre del continente americano.
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Sin embargo, este triste pero importantísimo aniversario, es desconocido por la mayoría de los colombianos, incluso del pueblo afrocolombiano, debido a la invisibilización sistemática de la figura de Benkos Biohó por parte de las élites blanco mestizas de este país, siempre temerosas de que su historia levantara insurrecciones inaplacables como aquella. Además, esta historia es continuamente evadida por nuestro Estado, pues revela la primera de muchas traiciones hacia nuestro pueblo afro y nuestros líderes.
¿Quién fue Benkos Biohó?
Benkos Biohó fue un africano esclavizado, proveniente de la actual Guinea Bissau, en el occidente de África. Bautizado como Domingo cuando arribó a Cartagena, (el más grande puerto esclavista del país) siempre fue visto como un africano problemático e indomable, por su espíritu guerrero y de libertad. No pasó mucho tiempo para que después de varios intentos, lograra escapar junto con su esposa e hijos, y otros 30 “cimarrones”, a la ciénaga de la matuna, en los montes de María. En este terreno, considerado por los conquistadores españoles como una selva inhabitable, Benkos y su gente fundaron su Palenque, una compleja estructura socioeconómica, basada en una jerarquía militar, que gestionaba la producción de alimentos, las operaciones de rescate de los esclavos y obtención de armamento, entre otros.
Desde el momento de su huida, el gobierno de Cartagena intentó numerosas expediciones en contra del palenque, pero estas siempre resultaban en fracasos, para ellos inexplicables, pero muy fáciles de entender teniendo el contexto completo. Benkos Biohó además de ser un bravío guerrero, era un impecable estratega militar, que usó la geografía de la matuna y las armas obtenidas de sus enemigos, para hacerse invencible.
Aparte de las continuas derrotas militares, Benkos y sus cimarrones se convirtieron en el mayor problema de la gobernación de Cartagena, pues realizaban ataques constantes a las haciendas esclavistas, liberando a su gente, robando ganado, haciendo destrozos, robando armamento, e incluso atacando a los comerciantes que transitaban las rutas cercanas a la matuna. Muchas personas “de bien” en la actualidad, podrán ver el actuar de los cimarrones y denominarlos como “guerrilleros”, tal y como han hecho siempre, cuando nuestro pueblo reclama los mínimos derechos. Cuando exigimos que se nos reconozca nuestra humanidad.
La falsa paz
Tras 6 años de sufrir el azote inclemente del palenque, y temiendo que Benkos liderara una gran insurrección, en alianza con los otros palenques que estaban surgiendo por toda la región, el gobernador de Cartagena Jerónimo de Zuazo y Casasola, ofreció el 18 de julio de 1605, un tratado de paz a Benkos Biohó. Durante 8 años, el Rey Benkos Biohó, y el gobernador de Cartagena, cruzaron emisarios en medio del conflicto, hasta que, por medio de la intermediación del Obispo de Cartagena, recordado por el pueblo palenquero como “el hombre de la cabeza morada”, se logró firmar una tregua. Posteriormente, Benkos Biohó, firmó un tratado con el gobernador, quien, a nombre de la corona española, reconocía la existencia del palenque como un territorio donde no operaba su jurisdicción, así como a sus habitantes, quienes no serían perseguidos y podrían transitar por la muralla sin problema, incluso portando su armamento. Así también se le pidió a Benkos no usar el título de rey, no recibir más cimarrones en el palenque, ni promover más insurrecciones.
En 1619, mientras Benkos caminaba en la muralla, altivo y orgulloso como siempre, vistiendo como un caballero español de la época, portando su daga y su espada, fue emboscado por la guardia de la muralla y apresado. Fue encarcelado en un juicio injusto y apresurado, basado en una acusación que contravenía el acuerdo firmado: portar armas dentro de la muralla. Permaneció preso durante 2 años, hasta que fue sentenciado, y posteriormente asesinado en la horca, descuartizado y expuesto en plaza pública, como una advertencia a todos los demás cimarrones. Un presagio del dolor, tortura y muerte que sufriría el pueblo afro en estas tierras durante los siglos venideros.
El primer libertador de América, su luha se da 200 años de la Revoluciòn haitiana.
Pero más allá de la historia de Benkos como un cimarrón, es necesario darle el lugar que se merece dentro de la historia latinoamericana, como el primer líder de la libertad del continente americano. 200 años antes de la lucha de Pétion en Haití y de la gesta libertadora de Bolívar, Benkos Biohó fue capaz de torcer el brazo de la corona española y lograr el primer tratado de paz, producto de una aplastante victoria militar sobre los conquistadores. Esta hazaña increíble, inspiró a muchos a seguir el camino de Benkos y a levantarse contra el poderío español, formando palenques por todo el territorio de la Nueva Granada.
Todo esto, desembocaría en un Real decreto de 1691, donde se reconocía al pueblo de San Basilio de Palenque como el primer pueblo libre de América, independiente de la corona española, y a todos sus habitantes como ciudadanos libres. De este reconocimiento, nacen todas las luchas libertadoras en nuestro continente, y es por ello que Benkos es un personaje que no puede faltar cuando contemos nuestra historia latinoamericana.
Por el contrario, hoy son muy pocos los colombianos que conocen la historia de Benkos, y que, de hacerlo, tienen en su imaginario esa figura del cimarrón rompiendo las cadenas, como está representado en la plaza de San Basilio de Palenque. Un negro que, a partir de fuerza bruta y tenacidad, logró su libertad, y habitó en medio de la selva con sus pares, como un salvaje. Nada más lejano a la verdadera cara del Rey Benkos Biohó, un guerrero incansable y un estratega temido, que doblegó al gobierno cartagenero como un caballero, ganándoles en su propio juego, y siendo reconocido y respetado por los mismos.
400 años de traiciones
La traición que sufrió Benkos, marcó el inicio de un operar sistemático del gobierno criollo frente al pueblo afrodescendiente. Una tras otra, las promesas que los líderes blanco mestizos le hacen a nuestra gente se ven rotas, sin ninguna consecuencia para ellos, pero si para nosotros.
Lamentablemente, uno de estos grandes traidores, es también el conocido libertador de América, Don Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco. La imagen que nos han vendido en los libros escolares, las novelas y los desfiles del 20 de Julio, donde Bolívar fue un libertador para todos, es una de las mentiras más tristes y más extendidas. Simón Bolívar fue lo que fue, gracias al pueblo negro.
Primeramente, criado y amamantado por la africana esclavizada Hipólita, a quien llegó a considerar como “su madre y su padre” en sus cartas. También acogido, tras el exilio, por el pueblo libre de Haití, donde prometió al presidente Pétion la libertad de todos los negros en las naciones que Bolívar liberara, y donde fue dotado de armamento y hombres para su regreso militar a la Nueva Granada. Sin embargo, a diferencia de lo que se podría pensar, la estadía de Bolívar en Haití lo llenó de un temor paranoico, frente a una posible insurrección de los negros, después de ver una nación gobernada por afrodescendientes que arrasaron con sus esclavistas Posteriormente, en la conocida noche septembrina, su vida fue salvada gracias a una africana esclavizada perteneciente a Manuelita Saenz, quien vistiendo su chaqueta atrajo la atención del ejército.
Tras retomar el poder, Bolívar decidió ejecutar el Almirante Padilla, uno de sus más grandes aliados, y un destacado afrocolombiano en la gesta independista. La razón que reposa en los libros, es que fue uno de los conspiradores que quería asesinar al “libertador”, pero nunca explican, por qué Padilla fue ejecutado, mientras Santander fue perdonado y exiliado. La verdadera razón de la ejecución: La petición de Padilla a Bolívar, para obtener poder político en el caribe colombiano, algo totalmente normal, teniendo en cuenta que este mismo, le estaba siendo entregado a todos los demás próceres. Esta petición fue interpretada por Bolívar como una posible revolución de los “pardos” y decidió extinguirla inmediatamente. En el congreso de Cúcuta, no logró sino una tibia “Ley de vientres”, la cual no viviría para ver cumplida y la verdadera libertad de los negros, prometida a Pétion, no llegaría sino hasta 3 décadas después.
Si traemos esta situación a nuestro tiempo, encontraremos un sinnúmero de ejemplos, como el paro de Buenaventura de 2017, que no sólo paralizó el puerto más importante del país, sino que generó multitudinarias movilizaciones en las principales ciudades. El gobierno de ese entonces, prometió solucionar todo pronto, a pesar de que ya estaba de salida, y así se terminó el paro. Ahora en 2021, estalla un nuevo paro en el puerto, derivado del incumplimiento sistemático del Estado colombiano hacia el pueblo afro. Y tal como en el pasado, la intermediación de la iglesia terminó pasando la discusión a otro terreno, dándole una muy silenciosa muerte al nuevo paro.
Entonces, vemos como durante 4 siglos, el tema de los afrocolombianos sigue siendo aplazado. Siempre debemos esperar, nunca somos prioridad. El ciclo de Benkos se repite, la insurrección, los mismos intermediarios, los tratados derivados del temor a que nos organicemos, la deshonra de estos tratados al poco tiempo de ser firmados y lo más difícil, nuestros líderes siguen siendo asesinados.
Que la historia de Benkos se convierta en parte principal de nuestro discurso como pueblo y que su espíritu indomable se refleje en nuestro carácter. No más sumisión, no más peticiones, no más aguantar, ¡no más esperar! Es tiempo de ser altivos, incómodos, insurrectos e irreverentes. Que, aunque nos llamen resentidos, en nuestro interior sabremos siempre lo que somos: cimarrones del siglo XXI.
Fuente: ACSUN,Las2orillas.
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