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viernes, 2 de diciembre de 2022

El Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial pidió a Brasil más esfuerzos para la protección de las comunidades afrobrasileñas e indígenas.

En la Sesión del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial para la sociedad civil, especialistas del CERD escuchan las demandas de las ONG . Autor: Articulação

A pocos dìas de la primera session del Foro Permanente para personas Afrodescendientes que se celebrara entre 5 y el 8 de diciembre, Brasil recibe observaciones por parte del Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial, quien  pidió hoy ( 2 de diciembre de 2022)  más esfuerzos para la protección de las comunidades afrobrasileñas e indígenas.

En el informe de sus últimas revisiones periódicas en Brasil, el comité alertó de que la explotación de los recursos naturales de estas comunidades mediante la tala ilegal, la deforestación y la minería constituye una "invasión" de los territorios donde habitan estas minorías.

Para detener esta situación, el comité pidió a las autoridades brasileñas que pongan fin a los retrocesos en materia legal sobre la deforestación y la protección de las comunidades indígenas y promulguen un nuevo plan nacional en cuya elaboración participen miembros de las comunidades afectadas.

Además, el organismo exigió el fin de la violencia contra los indígenas y los quilombola -los afrodescendientes de los antiguos esclavos-, especialmente contra las mujeres de estas comunidades, y solicitó investigaciones exhaustivas de todos los incidentes producidos hasta la fecha.

El comité lamentó que el proceso de demarcación de los territorios indígenas, cuya resolución estaba prevista para 2017, esté paralizado desde 2016, y recalcó su preocupación por los derechos de las comunidades indígenas munduruku y yanomami y por la situación de los quilombola de Alcântara.

Entre sus observaciones, el comité de las Naciones Unidas también condenó los ataques sufridos por algunos activistas afrobrasileños e indígenas, que en algunos casos fueron asesinados, así como el recorte de fondos al programa de protección para los activistas pro-derechos humanos, comunicadores y activistas medioambientales de Brasil.

En cuanto a la violencia racista contra los jóvenes de entre 15 y 29 años, el comité recordó que el homicidio es la principal causa de muerte entre los ciudadanos afrobrasileños de este grupo de edad y pidió a las autoridades que no interrumpan la aplicación del Plan Juventude Viva, suspendido en numerosas ocasiones.


El comité también puso el foco sobre el aumento de la violencia política que sufren las minorías raciales, especialmente contra las mujeres afrobrasileñas pertenecientes al colectivo LGBTIQ+.

Para atajar esta situación, el comité recomendó a las autoridades que aumenten el porcentaje de representación de estas minorías en todas las escalas políticas del país.

Además, el órgano pidió garantías de seguridad y dignidad para las mujeres que quieran abortar, así como el fin del acoso y la criminalización contra los profesionales médicos que las asisten.

En su informe, el comité destaca que los salarios bajos o no remunerados afectan notablemente a las mujeres de estas minorías, que trabajan en sus hogares y se enfrentan al hambre en el 65 % de los casos.

 El estado brasileño es acusado ante la ONU por la falta de implementaciòn de la Agenda de Durban


La Articulación para Rescatar y Reforzar la Agenda de Durban, formada por las ONG Geledés -Instituto da Mulher Negra, Criola, Comunidade Bahá'í do Brasil, Coalizão Negra por Direitos e Instituto Raça e Igualdade, llama la atención del mundo sobre la urgencia de combatir el racismo en Brasil.

La coaliciòn logró llamar la atención del mundo sobre la urgencia del cumplimiento por parte del Estado brasileño de la Agenda de Durban, que hace 20 años estableció el claro objetivo de erradicar el racismo en Brasil así como el exterminio de la población negra.


En el informe sombra entregado al CERD días antes de las audiencias, sirviera de base preliminar para el cuestionamiento hecho al gobierno brasileño durante la 108ª sesión del Comité de la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD), realizada entre el 16 y 17 de noviembre, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Ginebra, Suiza.




El sábado 26 de noviembre de 2022 se presento el informe sombra, en este momento de transición de gobierno, hay mayor esperanza de que estos temas sean abordados internamente con el mantenimiento de políticas públicas y la implementación de otras, que pueden incluso incluir procesos de reparación de la esclavitud negra en Brasil. 

Será un proceso de larga resistencia (incluidos los grupos neonazis que se han instalado en el país en los últimos siete años) y a la vez un proceso continuo de reconstrucción, en el que la lucha contra el racismo es protagonista, con la creación de un nuevo ministerio.

Durante los dos días de audiencias en Ginebra, el gobierno brasileño fue fuertemente presionado por miembros del CERD por el cumplimiento de un acuerdo que el país ya ratificó en el pasado. Brasil estaba muy atrasado en sus informes y rendición de cuentas, ya que el último informe entregado al Estado brasileño al Comité de la ONU fue en 2020 y abarcó el período de 2004 a 2017. Desde entonces, prácticamente no se hizo nada.

Entre los temas presentados en el informe sombra y destacados en el sábado del CERD al gobierno brasileño están la lucha contra el hambre, el genocidio y la violencia racial, el encarcelamiento masivo de la población negra, la morbilidad y mortalidad, las crisis económicas y de salud y los impactos causados ​​por covid-19, afectando de manera más letal a la población negra.

¿Cual fue la postura de las relatoras ante el informe de Brasil?

Desde la perspectiva de quienes siguieron internamente las audiencias, es posible destacar algunos momentos importantes en los que la relatora principal para Brasil en el CERD, la abogada independiente Gay Mc Dougall, y los especialistas Mehrdad Payandeh y Eduardo Ernesto Veja Luna, se colocaron asertivamente ante las negativas del Estado brasileño a presentar datos correspondientes a la realidad del País.

Gay MacDougall, por ejemplo, subrayó que “el racismo es histórico, persistente, en todo el tejido social de Brasil”. También destacó que el “informe del gobierno solo cubre datos desde 2017, dejando un gran vacío”. “Las mujeres negras e indígenas están atrapadas en el racismo interseccional, incluso durante la pandemia de COVID-19”, dijo. 

El relator del CERD también afirmó que la pobreza entre la población negra no ha disminuido en el país, sino que se ha consolidado frente a “programas sociales desmantelados” en los últimos cuatro años. Gay preguntó a la comisión de gobierno sobre la actualización del programa de cuotas, sobre los niveles de empleo público para los afrodescendientes, sobre los programas para educar a los afrodescendientes e indígenas sobre la discriminación en el trabajo, y en el ámbito político, sobre la representación afrodescendiente e indígena en ambas cámaras del Congreso.

Fuente: ACSUN, efe,geledes.

lunes, 6 de diciembre de 2021

En el primer trimestre del 2021 en Uruguay la pobreza en personas afrodescendientes impacta el doble que en el resto de la poblaciòn




Uruguay registra un 10,2 % de personas pobres en el país, mientras que los hogares por debajo de la línea de pobreza se ubican en el 7,4 % en el primer semestre de 2021, informó este lunes el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) del país suramericano.

Además, tanto las personas en situación de indigencia como los hogares por debajo de la línea de indigencia se ubicaron en el 0,2 %.

Según expresó en videoconferencia el director del INE, Diego Aboal, estos datos reflejan una mejoría con respecto a la medición de 2020, pero también mantienen algunas diferencias de ingreso de acuerdo a rango etario o ascendencia étnico-racial.

En concreto, en 2020 hubo 11,6 % personas consideradas pobres según el INE, por lo que la cifra actual refleja unas 50.000 personas menos bajo la línea de pobreza mientras que los hogares pobres fueron el 8,1 % en 2020.

"Los niveles más altos de pobreza están ubicados en las menores edades, entre niños y adolescentes. El último dato es que la pobreza entre menores de 6 años alcanza el 16,1 %, la pobreza entre 6 y 12 años alcanza el 18,5 % y entre 13 a 18 años llega al 18,6 %", detalló el director.

Por otra parte, hay un 8,5 % de hogares pobres que cuentan con una mujer como jefa de hogar mientras que en el caso de los hombres es de 6,1 %.

Respecto a la ascendencia étnico-racial, en Uruguay persiste un "elemento estructural", en el que el nivel de pobreza de las personas autoidentificadas como afrodescendientes es el doble que el de las personas que se identifican como blancas.

En términos de la ascendencia étnico racial de las personas, es la población afrodescendiente la que continúa registrando mayores niveles de pobreza. En el primer semestre de 2021, para el Total del país, la incidencia de la pobreza para las personas que declaran tener ascendencia afrodescendiente es superior a la estimación para quienes declaran tener ascendencia blanca en más de 10 puntos porcentuales

El primer semestre de 2021 hubo 19,2 % de personas afrodescendientes pobres mientras que en la población blanca fue de 9 %.

Asimismo, Uruguay tiene "una marcada diferencia" entre los departamentos  del país, ya que la mayoría de quienes se ubican en la zona norte del país tienen más de 10 % de los hogares en situación de pobreza, a diferencia del sur donde muchos están por debajo del 4 %.


Los hogares en Montevideo de una persona con ingresos menores a 16.831 pesos (unos 381 dólares), de dos personas con ingresos menores a 30.431 (unos 689 dólares) y de tres personas con ingresos menores a los 43.108 pesos (unos 976 dólares) son considerados pobres.

En el interior urbano los hogares de una, dos y tres personas con ingresos de 10.944 pesos (unos 247 dólares), 20.093 pesos (unos 455 dólares) y 28.730 pesos (unos 650 dólares), respectivamente, también son considerados pobres.

En zonas rurales del interior del país, los hogares de uno, dos y tres personas con ingresos menores a 7.385 pesos (unos 167 dólares), 13.791 pesos (unos 312 dólares) y 19.916 (unos 450 dólares), respectivamente, se ubican bajo la línea de la pobreza. 






Fuente: ACSUN, ine.

viernes, 1 de octubre de 2021

El racismo y la xenofobia negaciones constante de una Amèrica Latina que no acepta los migrantes haitianos


Ahora hay una crisis de migrantes haitianos en la frontera entre México y Estados Unidos. Pero también la hay en Brasil, en Chile, en Colombia, en Panamá...


"Estamos ante una crisis que era predecible, y que intentó invisibilizarse por mucho tiempo", le dice a BBC Mundo Caitlyn Yates, una antropóloga estadounidense (profesora de la Universidad de British Columbia, en Canadá) que ha estudiado el tema a fondo.

Las imágenes de los oficiales de frontera estadounidenses persiguiendo a los migrantes haitianos la pasada semana generaron indignación, así como los miles de personas que pasaban días bajo el puente que une el lado mexicano y el estadounidense.


La Casa Blanca calificó las fotos de "horrendas", y anunció investigaciones. El enviado especial de EEUU en Haití renunció por el trato "inhumano a los haitianos".


Pero durante meses era evidente que decenas de miles de migrantes haitianos, que salieron del país durante la última década, iban camino de la frontera sur estadounidense.


Apenas se levantaron las restricciones fronterizas de la pandemia, tomaron rumbo hacia el norte, incluso cruzando el temido Tapón del Darién entre Panamá y Colombia.


Poco se sabe sobre el futuro de estos migrantes, pero su pasado, o lo que pasó después de un terremoto que cambió la historia de Haití en 2010, ha sido uno de los principales objetos de estudio de Yates, experta en migración, frontera y seguridad trasnacional.

¿Qué es lo que estamos viendo ahora?

Esto es parte de una migración de haitianos que empezó después del terremoto en 2010 que no necesariamente iba, en principio, para Estados Unidos.

Ahora estamos viendo a 15.000 migrantes haitianos en la frontera entre México y Estados Unidos, pero también debemos hablar de los cientos de miles de migrantes haitianos que se han dispersado por toda América durante los últimos 11 años.

Y lo que estamos viendo ahora es el resultado de un proceso de una década en la que estas personas buscaron oportunidades de vida y seguridad en América Latina, y no las encontraron.

La crisis actual es una evidencia de que no hay oportunidades para los migrantes haitianos en toda la región.

¿Qué diferencia esta ola de migrantes haitianos de olas anteriores de centroamericanos, por ejemplo?


Una diferencia es que no migraron hacia Estados Unidos de primeras, sino que fueron a Brasil y Chile y estuvieron allí hasta que esas opciones se volvieron insostenibles.

Es una migración doble, que evidencia los problemas estructurales de países como Brasil y Chile, donde no encontraron oportunidades económicas, acceso a servicios sociales, empleo y hogar.


Otro factor es la pandemia, porque los haitianos han estado migrando por Centroamérica desde 2016 pero las cifras bajaron en 2020 en medio de las restricciones a la movilidad.


Apenas los haitianos vieron que las fronteras se abrieron, al menos parcialmente, intentaron cumplir su objetivo de hace meses, que era migrar hacia Estados Unidos.

El descontento y la inseguridad de los haitianos en Chile y Brasil se fue acumulando hasta el punto de que, apenas cesaron las restricciones de la pandemia, arrancaron su camino hacia el norte.

Esto no empezó ahora: desde inicios de 2021 se han estado desplazando por Suramérica y Centroamérica y ahora es que han llegado a la frontera entre México y Estados Unidos.


Entonces esto poco tiene que ver con el asesinato del presidente en julio y el terremoto de agosto. 

¿Acaso vendrá una nueva ola de migrantes producto de la última crisis política y climática?

Es probable que haya más haitianos desplazándose por América en general, pero es difícil saberlo, porque varios países han creado nuevas restricciones para la entrada de haitianos y porque seguimos en pandemia y los costos para los haitianos pueden ser más altos ahora.

Lo más probable es que más haitianos quieran seguir emigrando, pero la pregunta es a dónde van a poder ir y quién los va a querer recibir.

Hablando de migrantes en general, todo indica que esto puede empeorar: hay más crisis climáticas, hay pandemia, hay crisis social. 

¿Estamos ante un escenario inédito para la migración en América?

En términos del lugar de origen, sí, porque están saliendo de países como Haití o Venezuela. Pero, también, hay nuevos lugares de destino: Colombia, Costa Rica, Brasil y México se han convertido en países receptores. Y las razones por las que emigran también son diferentes.

Pero migrantes han estado llegando a la frontera entre México y Estados Unidos durante décadas. En los 80 y 90 los números de migrantes aprehendidos eran mayores que ahora.

Tampoco diría que Estados Unidos esté en peores condiciones para recibir migrantes, porque, al contrario, tiene más información, mejor capacidad de seguimiento y mayor infraestructura.

Sí es posible que esta sea una migración más compleja que las anteriores, porque los haitianos no hablan español, muchos tienen doble nacionalidad y, de nuevo, estamos en pandemia.

Si Estados Unidos tiene incluso más capacidades para recibir migrantes, 

¿lo que ha cambiado es entonces su disposición a recibirlos, incluso con un gobierno demócrata como el de Joe Biden?

Las políticas migratorias que Estados Unidos está impulsando ahora en frontera son, en su mayoría, una continuación de las políticas que implementó Donald Trump.

Aún está en vigor el Título 42, que permite restringir la entrada de extranjeros al país (por la pandemia). Y aún se están expulsando a los migrantes.

Hay toda una discusión sobre si los migrantes haitianos pensaron que Biden iba a ser más flexible en dejarlos entrar y quedarse y por eso vinieron. Pero yo no creo que haya evidencia de eso, porque nunca hubo de una manera clara señales de un cambio en la política.

¿Es más difícil ser migrante hoy que hace 10 o 20 años?

En términos de la vigilancia y la recolección de información, es más difícil migrar sin toparse con las autoridades o ser registrado en algún sistema. Y eso hace el tránsito más difícil.

Estos sistemas de información se han vuelto transnacionales. Entonces, si estás registrado en un país, probablemente en otro no estés libre de restricciones, porque tu nombre o tu información biométrica ya han sido anotadas en sistemas de información compartidos entre países del hemisferio.

Y volvemos al tema de la pandemia, que ha restringido el acceso a albergues o a atención médica.

¿Por qué no se habla de los migrantes haitianos como se habla de los migrantes, digamos, venezolanos?

Lo primero es que en un principio no eran tantos, pero también pasó que países como Chile, Brasil y otros quisieron mantener la migración de haitianos fuera del radar para no tener que poner recursos en atenderlas, sobre todo en un momento en que estaban teniendo que atender otras migraciones, como la venezolana.

También es cierto que los haitianos no se estaban quedando grandes cantidades de tiempo en un mismo lugar, sino que pasaban de Brasil a Chile y de Chile a Colombia y así.

Pero esto también es porque países como Colombia, Panamá y otros centroamericanos estaban interesados en que la migración siguiera su camino: empujarlos fluidamente hacia el norte en la medida en que no se quedaran.

Muchos les dijeron: sigan su camino, incluso les podemos facilitar ese movimiento. Y se llegó a generar la matriz de que los haitianos, en comparación con el migrante centroamericano, eran el migrante modelo, en el sentido de que no se quedaron en Centroamérica.

¿Qué es esto del migrante modelo?

Es una idea que se generó en México, donde se les comparaba con los migrantes centroamericanos.

Cuando empezaron a llegar a México, en 2016, los haitianos fueron vistos en un principio como el migrante emprendedor, tranquilo, que se reducía a su espacio, mientras que el migrante centroamericano era más visceral, más masivo, que ocupaba el espacio público.

Pero a medida que los migrantes haitianos fueron creciendo, y requirieron acceso a servicios, dejaron de ser vistos como algo ejemplar.


¿Eran un modelo en la medida en que no eran muchos?

Un modelo en la medida en que fueron invisibles. Pero eso ahora cambió.

La atención de la migración haitiana estuvo durante varios años relegada. Por un lado, porque no eran tantos, entonces la atención no era urgente ante los medios y el público. Pero también, cuando empezaron a verse más, hubo el intento de varios países de relegar o empujar el tema al siguiente país.

La crisis que estamos viendo hoy es el resultado de la desatención que se le ha dado a la migración haitiana durante una década.

¿Los países intentaron relegar una crisis que tarde o temprano se iba a hacer visible?

Ha habido un intento de usar la menor cantidad de recursos posible con tal de que los migrantes haitianos no se queden en cada país.

Los 15.000 migrantes que están ahora en la frontera entre Texas y México no son una gran cantidad comparado a la cantidad de migrantes haitianos que han pasado por toda Latinoamérica este año.

Ahora vemos crisis en la frontera México-Estados Unidos, pero también la hay y la hubo en México-Guatemala y Panamá-Colombia, entre otras.

Estamos ante una crisis que era predecible, y que intentó invisibilizarse por mucho tiempo.

Pero que ahora es imposible esconder. Hoy los gobiernos ya no pueden invisibilizar la migración haitiana.

¿Cree que esta invisibilización está medida por el racismo?


La condición de migrantes invisibles de los haitianos está inherentemente atada al racismo estructural y la discriminación en muchos países del hemisferio.

No solo en Estados Unidos, sino en Brasil o Chile donde los migrantes también fueron desplazados, por una segunda vez. Su condición de ser migrantes y refugiados es doble.

¿Y esto dónde deja a los gobiernos, desde un punto de vista ético, después de haber ignorado la condición vulnerable de migrantes afrodescendientes?

Detrás de todo esto hay estructuras de desigualdad que duplican o triplican la vulnerabilidad de los migrantes de descendencia africana.

Sorprende que los haitianos sean discriminados en Brasil, un país cuya mitad de la población es afrodescendiente. Pero lo han sido, además, por su condición de vulnerables y porque no hablan portugués ni son brasileños.

Y eso muestra lo profundamente arraigadas que están estas estructuras de racismo y discriminación en todo el hemisferio occidental (América).

El racismo estructural está detrás de la invisibilización de los migrantes haitianos y del intento de muchos países de empujarlos hacia afuera lo más rápido posible.





Fuente: ACSUN, Bbc.