viernes, 26 de octubre de 2012

Continua en Amèrica Latina y el Caribe la brecha historica en materia salarial.


Los afrodescendientes e indígenas enfrentan alta desigualdad y exhiben débiles indicadores de desarollo

En la región, el hombre gana 17% más que la mujer. Esta brecha ha caído a un ritmo muy lento en los últimos años, reconoce el Banco Interamericano de Desarrollo

Apesar del crecimiento económico sostenido de finales del siglo XX y principios del siglo XXI, América Latina y el Caribe aún enfrentan alta desigualdad y débiles indicadores de bienestar para ciertos grupos poblacionales, como son las mujeres, los afrodescendientes y los indígenas, revela un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). 
Ese grupo poblacional enfrenta hoy en día importantes desafíos en los mercados de trabajo de la región. 

Según el BID, las disparidades (brechas) de ingresos, así como la segregación ocupacional (falta de oportunidad de desempeñar ciertos trabajos) y la segregación jerárquica (falta de oportunidad de ascender a posiciones de mando) son aceptados como la norma en los mercados laborales de la región.
Para los diversos grupos indígenas y afrodescendientes, sobre todo, la situación ha sido menos favorable.

Las estadísticas del BID revelan que en estos grupos étnicos hay mayor incidencia de pobreza y menores ingresos, que se reflejan en problemas como acceso restringido a los servicios públicos (la educación es la más importante), peores condiciones de salud, falta de representación política, discriminación y segregación laboral.

Uno de los hallazgos más recurrentes es que la mujer indígena pare que está en las peores condiciones en los mercados laborales.

A pesar del incremento en los ingresos y la tasa de participación laboral de las mujeres, las indígenas aún permanecen en el extremo inferior de la distribución de los ingresos y muestran los niveles más altos de pobreza y exclusión social. Más aún, se confinan en su mayoría a ocupaciones de trabajadoras domésticas, con bajos ingresos y un panorama sombrío de progreso laboral.

Al comparar hombres y mujeres de la misma edad y de igual nivel educativo, el estudio señala que los hombres ganan 17% más, pese a que la brecha salarial ha venido cayendo en la región en los últimos años, aunque a un ritmo aún lento.



Presentaciòn del estudio "Nuevo siglo, viejas disparidades".


El estudio "Nuevo siglo, viejas disparidades" se presentó en la Conferencia Poder, un encuentro de alto nivel que tuvo lugar en Lima (Perú). Expertos como la secretaria ejecutiva de la ONU Mujeres, Michelle Bachelet, y la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, exploraron estrategias para alcanzar equidad de género en el mercado laboral.


Hugo Ñopo, especialista en educación del BID y autor del estudio, dijo que la participación de las mujeres en el mundo del trabajo ha avanzado en las últimas décadas, pero la brecha salarial entre géneros continúa.


Añadió que el proceso para cerrar estas diferencias ha sido muy lento debido a que los estereotipos y las percepciones erradas de los roles de hombres y mujeres han distorsionado las interacciones, no solo en los lugares de trabajo, sino también en los hogares.


Dijo que estos estereotipos, que aparecen temprano en el sexo femenino y en la primera infancia, funcionan como elementos desalentadores para las mujeres, lo que limita sus posibilidades de acceso a carreras con mejores futuros en el mercado laboral.

¿Que base se utilizò para este estudio?

Con base en los datos que arrojaron las encuestas de hogares, el estudio, que abarca el período de 1992 a 2007, determina que las mujeres solo ocupan el 33% de las profesiones mejor pagadas en la región, como la arquitectura, la abogacía y la ingeniería.

En estas profesiones, la brecha salarial entre hombres y mujeres es mucho más pronunciada, alcanzando en promedio 58%.

A pesar del avance que ha tenido la mujer en años de escolaridad, en promedio 0,5 años más que los hombres, esta tiende a concentrarse en carreras como la psicología, la enseñanza y la enfermería en las que no se desarrollan ese tipo de habilidades.

También las mujeres tienen mayor tendencia a trabajar a medio tiempo, en el autoempleo y en el sector informal de la economía. Mientras uno de cada 10 hombres labora medio tiempo, una de cada cuatro se dedica más tiempo a sus recién nacidos.

Asimismo, entre 1992 y 2007, los atributos de los hombres y las mujeres dentro de los mercados de trabajo evolucionaron. Los trabajadores hombres, en promedio, se volvieron más viejos que las trabajadoras del sexo femenino, con alrededor de 0,5 años más de edad que las mujeres.

Por otro lado, la brecha de género en el campo educativo se amplió en los dos sexos.

Para 1992, 16% de las mujeres y 11% de los hombres contaban con algún tipo de educación superior. Para 2007, estos porcentajes se habían incrementado a 26% y 17%, respectivamente.

Además, la fertilidad y las decisiones de matrimonio cambiaron en los 15 años de análisis. Menos hogares mostraron presencia de niños y 2% menos de mujeres vive con otro generador de ingresos en el hogar, mientras que esta proporción aumentó en los hombres 5%.
En este período, también se observa un proceso de urbanización, con 8% más de trabajadores viviendo en zonas urbanas .

Cabe mencionar que en el mercado laboral la proporción de hombres-empleadores se reduce en 0,4% y la proporción de mujeres-empleadores aumenta en 0,7%.

El estudio asegura que dichos cambios vienen acompañados de una disminución de 2% en los trabajadores por cuenta propia.

De su parte, la proporción de hombres y mujeres trabajando a medio tiempo y tiempo completo aumentó en alrededor de 1,5%, lo que implica una disminución en el trabajo a sobretiempo, de alrededor del 2,5%.

El libro presenta también un panorama por países de las penalidades salariales que enfrentan las minorías étnicas de Ecuador, Chile, Paraguay, Guatemala, Brasil, Perú, y Bolivia, donde las brechas en ingreso son mayores que las de género. (TH)

Incentivos.

Para cerrar la brecha salarial, el estudio recomienda repartir equitativamente las tareas en el hogar, incentivar a las mujeres el estudio de las ciencias y matemáticas, y adoptar medidas que permitan que las madres cuenten con mayor disponibilidad de tiempo para participar en los mercados de trabajo.
Un ejemplo de esto podría ser la expansión de la oferta de los servicios de centros de desarrollo infantil temprano. De esta manera se ayudaría a que las mujeres aumenten su jornada laboral, probablemente, permitiéndoles pasar del medio tiempo al tiempo completo, y a incrementar el capital humano de la siguiente generación.

El logro educativo con avances.

El  logro educativo de las niñas es al menos igual al de los niños en la mayoría de países de la región, según el BID. No obstante, el logro de las minorías es bastante menor al de las personas que no lo son, particularmente en las niñas. Los métodos educacionales inclusivos han incorporado varias experiencias desde diversos ángulos de los cuales se puede extraer aprendizajes interesantes: educación bilingüe (Bolivia, Ecuador, Honduras y Perú); la incorporación y la adaptación de currículos que enfaticen en la herencia multicultural y la contribución de los grupos indígenas y afrodescendientes a la cultura nacional y la historia (Colombia); la expansión del acceso físico y el uso de métodos de enseñanza innovadores para personas con discapacidad para que asistan a clases regulares (México) con el programa de Inclusión a esa educación.



Fuente: Lic. Javier Dìaz, ACSUN, Hoy. 

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