viernes, 23 de septiembre de 2022

Las Mujeres Guerreras de Dahomey fueron legendarias por defender Benìn del asecho colonialistas europeo

 


En la antigua África Occidental, existió una vez un legendario reino africano llamado Dahomey. Situado en la franja litoral de la actual República de Benín, en Dahomey habitaron unas mujeres guerreras cuya principal misión era defender la soberanía de su pueblo.

Eran capaces de cazar elefantes e infundían un auténtico terror entre los habitantes de los pueblos vecinos. Temidas incluso por los colonizadores franceses, se decía de las conocidas como Amazonas de Dahomey que no dudaba en decapitar a sus enemigos y beber su sangre tras ofrecerlos como sacrificio.




El reino de Dahomey fue fundado durante la primera mitad del siglo XVII. En un principio, este reino estuvo, al parecer, bajo el dominio del reino de Allada, del que logró independizarse hacia el año 1715. Dahomey, Abomey o Abomé hace referencia a un tipo de fuerte cuyo muro circular se denomina agbomé en lengua fon. Este término fue el que finalmente le dio nombre. A pesar de que el rey de Dahomey, Aho Houegbadja, era un monarca que era tratado como un ser casi divino por parte de sus súbditos, era, sin embargo, muy respetuoso con las tradiciones y la voluntad de los dioses. Aho dotó a su reino de estructuras de estado y de un poderoso ejército con el que al final lograría la independencia. 

La sociedad de Dahomey estaba fuertemente jerarquizada y por su carácter guerrero se mantenía en constante enfrentamiento con otros pueblos vecinos, cuyos prisioneros eran convertidos en esclavos. En el siglo XVIII, el reino de Dahomey alcanzó su máximo esplendor. Esa época vio el inicio de unas fructíferas relaciones comerciales con los europeos (sobre todo en lo que se refiere al tráfico de esclavos). Fue entonces cuando el rey Aho Houegbadja creó su famoso ejército de mujeres.

La sociedad de Dahomey estaba fuertemente jerarquizada y por su carácter guerrero se mantenía en constante enfrentamiento con otros pueblos vecinos, cuyos prisioneros eran convertidos en esclavos.

Aunque no todas las integrantes de aquel ejército eran consideradas ahosi, es decir, las "verdaderas" esposas del rey, sí tenían el estatus de consortes del monarca y, por tanto, estaban obligadas a guardar celibato, algo que garantizaba su total entrega al soberano. Así se evitaban también embarazos no deseados, lo que podría repercutir en sus aptitudes como guerreras. Las mujeres que formaban parte de este grupo de élite eran entregadas de niñas por sus familias, y entre ellas se escogía a las más fuertes y atléticas (aunque en aquel ejército de amazonas también había esclavas e hijas de esclavas). Conocidas como gbeto, que significa "cazadoras de elefantes", estas aguerridas mujeres llegaron a formar un nutrido ejército de entre 4.000 y 6.000 miembros. Junto con los eunucos de palacio, eran las únicas encargadas de la seguridad del monarca.

Durante el siglo XIX, las conocidas como Amazonas de Dahomey completaron su armamento con mosquetes y machetes, y poco a poco fueron convirtiéndose en una fuerza militar de élite. Debían soportar duros entrenamientos desde muy pequeñas con el objetivo de convertirse en "invencibles". Asimismo tenían que ser las más fuertes, las más rápidas y las más despiadados con el enemigo, y ser capaces de aguantar el dolor extremo en caso de ser capturadas. Estas mujeres luchaban hasta la muerte y jamás contemplaban la posibilidad de una derrota.

Les gustaba denominarse a ellas mismas mino, que en lengua fon significa "esposas del rey". Por haber alcanzado aquel rango disponían de un estatus tan elevado que ningún hombre las podía tocar, y ni tan siquiera las podía mirar. Estas mujeres eran asimismo miembros del "Gran Consejo" de Dahomey y tomaban parte activa de las decisiones de estado. La mezcla del carácter belicoso de que hacían gala con su ascetismo les confería asimismo una aura casi divina. Era tal el respeto que inspiraban, que se hacían acompañar de una esclava que las precedía y tocaba una campanilla para advertir de su presencia, algo que confirmaría el explorador británico Richard Burton durante su estancia en Dahomey. La sorpresa de Burton fue tan grande ante aquellas mujeres que llegó a decir de ellas: "Tal era el tamaño del esqueleto femenino y el desarrollo muscular que, en muchos casos, la feminidad se podía detectar solamente por los senos" e incluso llegó a calificar a Dahomey como "la Esparta negra".

El momento de mayor esplendor de este cuerpo femenino de guerreras coincidió con el reinado de Ghézo, en el siglo XIX. Pero a pesar de que Ghézo fue, al parecer, un buen gobernante, el bloqueo naval que los británicos establecieron frente a las costas de Dahomey, que tuvo lugar en 1851 con el objetivo de abolir el tráfico de esclavos, provocó que el reino tuviera que cambiar su principal motor económico por el de la importación de aceite de palma, algo que ni de lejos ofrecía al país las riquezas que hasta el momento les había proporcionado el esclavismo. Para compensar estas pérdidas económicas, Ghézo decidió atacar a los reinos vecinos, como Nigeria, entre los años 1851 y 1861, lo que, en ambas ocasiones, acabaría en sendas derrotas para Dahomey que mermaron sus efectivos de Amazonas. 
Durante la década de 1890, la expansión francesa en el continente africano incrementaría los problemas que ya tenía el reino de Dahomey. Por entonces reinaba Béhanzin, que no dudó en declarar la guerra al país galo tras la declaración de Porto Novo, un pueblo vasallo de Dahomey, como protectorado.

El bloqueo naval británico frente a las costas de Dahomey, que tuvo lugar en 1851 con el objetivo de abolir el tráfico de esclavos, provocó que el reino tuviera que cambiar su principal motor económico por el de la importación de aceite de palma.


Las mujeres de Dahomey sufrían frecuentemente ataques y violaciones por parte de los soldados franceses, lo que provocó una rápida y contundente reacción en las Amazonas, que no dudaban en matar a todos aquellos que consideraban culpables de estos actos. Ante estos ataques, el gobierno francés decidió tomar cartas en el asunto y lo primero que hizo fue prender fuego a la principal fuente de ingresos del reino: las palmeras. Pero el ejército francés tuvo que hacer frente a otro problema: muchos militares dudaban cuando tenían delante a una mujer, y ese instante de duda causaba indefectiblemente la muerte del soldado. Así, el ejército creó una unidad especial que no tuviera inconveniente en disparar a una mujer. La respuesta de Béhanzin no se hizo esperar, y fue comprar armamento a los alemanes. A pesar de ello, todo fue inútil. En la batalla de Cotonou, los legionarios franceses impusieron su superioridad tanto armamentística como militar, y con tan solo 77 bajas frente a las 2.000 del otro bando lograron diezmar al ejército de Dahomey, incluidas las Amazonas, que vieron como sus días de gloria tocaban irremediablemente a su fin.




EXPUESTAS COMO ALGO EXÓTICO

Ante la nueva situación, las mino tuvieron muchas dificultades a la hora de integrarse en la vida civil. Algunas de ellas se casaron y otras incluso llegaron a formar parte del circo ambulante de Buffalo Bill, el Wild West Show. En 1893, las Amazonas participaron en la Exposición de Chicago, y entre 1890 y 1925 recorrieron Europa y Norteamérica. En 1891, hay constancia de que al menos cincuenta de ellas fueron exhibidas en el Jardín Zoológico de París rodeadas de plantas exóticas y de fieras; allí fueron visitadas por más de 800.000 personas. Se cuenta que la última superviviente de aquel fiero y temido ejército femenino, una mujer llamada Nawi, vivió más de cien años y afirmó haber peleado en la batalla de Cotounou.


En 1891, hay constancia de que al menos cincuenta de ellas fueron exhibidas en el Jardín Zoológico de París rodeadas de plantas exóticas y de fieras; allí fueron visitadas por más de 800.000 personas.

De hecho, la guerra constituyó el centro de la vida de estas mujeres, que renunciaron a su condición femenina para luchar como hombres, como queda claro en la arenga que una de sus líderes pronunció ante sus tropas antes de la batalla: "Como el herrero toma una barra de hierro y con el fuego cambia su forma, así hemos cambiado nosotras nuestra naturaleza. Ya no somos mujeres, somos hombres".







Fuente: ACSUN, natgeo

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