"Tango, Milonga y Candombe" en la sala Zabala Muniz.
Ritmos de raìz afrodescendiente, que muchas veces son negados por los cultores del Tango en cuanto a su conexiòn
Con su nuevo espectáculo Ruben Rada busca reivindicar a la población afrodescendiente como pieza fundamental en la gestación del tango, la milonga y el candombe. A sus 69 años siente que el tiempo lo apura. Entre sus múltiples proyectos hay varios discos y una película cómica.
Ruben Rada creció escuchando tangos en Radio Clarín. Todas las mañanas se levantaba con los mismos títulos en el aire: Cambalache, Cuesta abajo y Al mundo le falta un tornillo estaban en el repertorio. Hoy cuando los recuerda repiquetea en la mesa y canta en el bar céntrico donde lo entrevista El País.
"En el año `61 cuando vivía con Los Shakers en Buenos Aires alquilábamos películas de Gardel. Éramos todos peludos, con aros y fanáticos de Gardel. También nos visitaba un amigo, Tito Cabano (autor de Un boliche) que iba a Argentina a venderle composiciones a Troilo. Pero nunca canté tangos puros. A lo sumo, cuando era chico gané un concurso en un tablado mientras esperaba a las murgas",
Los espectaculos se desarrollaron el lunes, martes y mièrcoles de la próxima semana.Entre los temas que estuvieron presentes en el repertorio la audiencia pudo disfrutar de los escritos por: Jaime Roos, Milonga para una niña de Alfredo Zitarrosa y El Choclo de Enrique Santos Discépolo.
¿Còmo concibiò el espectaculo Ruben Rada?
Con un perfil histórico que le permite mostrar la importancia del afrodescendiente en la música popular, especialmente en los ritmos que desarrollará esta vez. Su discurso es pintoresco y desinhibido:
"para el tango los puntos clave fueron Rosario, Buenos Aires y Montevideo, ciudades puerto a donde llegaban los negros. Ahí estaban los quilombos, todo el relajo y el tango se gestó metido en los galpones. Quiero mostrar qué pasó en los albores. Recordar que expresiones como `un corte, una quebrada` y palabras como `milonga` y `malambo` tienen ese origen. El género después se fue para el centro y los negritos quedaron afuera, y un montón de canciones pasaron al olvido porque nadie las registró".
A partir de este punto, fue fácil pasar a hablar de su propia historia y de los detalles que lo marcaron a fuego. El creador de Chacha Muchacha nació en una casa humilde ubicada en Tacuarembó e Isla de Flores, en el barrio Palermo. Pero cuando cumplió dos años el destino lo desarraigó de las calles donde se templan las lonjas. Sus padres se separaron y él se mudó con su madre a las inmediaciones del Estadio Centenario. Y según cuenta, cada Noche Buena y Fin de Año volvía a la cuna de la comparsa Ansina para que su progenitor -con quien mantuvo una relación distante- le diera "un coscorrón".
Una historia de vida de alguièn de quien tuvo una segunda oportunidad a travès de la mùsica.
"Mi vieja no podía conmigo, yo no estudiaba y no hacía nada. A mi viejo no me lo bancaba porque se fue, nos dejó. Después me di cuenta que era un hombre y que esas cosas pasan, podés embarazar a una mujer, tener un hijo y ser un pelotudo. Hoy lo tengo todo resuelto. Él murió hace casi treinta años. De grande lo vi, me hice amigo suyo, pero el día del velorio no se me cayó una sola lágrima, porque habíamos perdido el lazo".
En esa brecha insalvable pesó el tiempo que estuvo internado en el Hospital Sant Bois enfermo de tuberculosis: "en dos años él no me fue a ver nunca y eso me marcó. En cambio, mi vieja se tomaba un ómnibus desde Lezica para visitarme todos los fines de semana". Fue durante esos meses críticos que Rada pensó en la música como un camino posible.
"Yo estaba al borde la muerte, porque la tuberculosis era como el Sida ahora y apenas tenía cuatro años. Rezaba mucho y como sabía que no iba a poder jugar al fútbol que era mi pasión, empecé a rogarle a Dios que me diera otra posibilidad de desarrollo en la vida. ¡Esas locuras que tiene uno! Quería ser futbolista y cuando me hice la ficha médica me salió una mancha en el pulmón. Así que no pude jugar y empecé a cantar en clubes de bochas, cumpleaños y tablados".
Cacho de la Cruz lo descubrió una noche en el Club Irlanda imitando a Nat King Cole y Miguel Aceves Mejía y lo sumó a Los Hotblowers donde comenzó su carrera profesional.
Hoy se siente querido por la comunidad afrodescendiente a la que homenajea en el espectáculo. Cuando va a ver las comparsas tocando en la calle percibe que es bien recibido: "hay mucho amor hacia mí, puedo tocar con Ansina, Cuareim o Malvín", asegura. Y pocas veces ve caras de resentimiento. "Este es un país que no tiene cracks porque el uruguayo no los acepta, acá estamos todos en el boliche, esto es un pueblo y no te perdonan que te marees porque somos todos iguales".
A sus 69 años, Rada considera que perdió mucho el tiempo y se arrepiente de no haber sido más productivo.
"Veo que las balas están picando cerca, Osvaldo, Horacio Buscaglia, Pablo Estramín, el pibe de No Te Va Gustar. Pienso mucho en eso y lo único que me queda es hacer toda la música que pueda. No tengo miedo a la muerte pero tengo apuro. Sé que me va a llevar y no quiero dejar cosas pendientes. No puedo perder más tiempo que el que perdí boludeando. Me arrepiento de no haber estudiado música, de no haber hecho más cosas en televisión, en teatro y en cine. Fui muy atorrante en ese sentido".
Por eso ya anuncia que en diciembre pondrá a la venta Amoroso pop, un álbum de rock y pop que grabó en un estudio creado en sociedad con el tecladista Gustavo Montemurro. También prepara un disco doble de candombes en los que habrá 30 de los 54 que compuso en toda su carrera. Y reunirá a sus hijos Julieta, Lucía y Matías en el proyecto Lujuma Band, un álbum destinado a rotar en las discotecas y en otros mercados. "Me divierto mucho con ellos. Juntos se potencian, son unas bestias, ¡parecen Destiny Child!", dice orgulloso.
Estudia una propuesta para hacer cine
Rada reveló a El País que recibió una propuesta para debutar en cine en rol coprotagónico y de concretarse el rodaje se realizaría este año. El interés surgió por parte de uno de los productores de las películas de Peter Capusotto. En la ficción de estilo tragicómico su trabajo sería el de cuidar una fuente de agua milagrosa que hace crecer el pelo, y él sería, claro está, el hombre de una familia peluda.
Después de muchos años de ausencia en la televisión evalúa como positivo su rol en el programa Décadas, que conduce junto a Victoria Rodríguez.
"Lo que más me divierte es mirar hacia el costado y ver que hay trece músicos trabajando que están ganando un buen dinerito. Porque la vida del músico está difícil en este país. Muchas veces ofrecía hacer programas de este tipo en los canales nacionales para reflotar el espíritu de Discodromo Show, y siempre me decían que la música no paga. Ahora estamos demostrando que sí", explica, adelantando que uno de los próximos invitados de La Tele será Fito Páez.
En ese mismo piso días atrás se dio un abrazo con Jaime Roos, con quien estuvo distanciado varios años. "Ahora está todo bien, las peleas con Jaime fueron por chusmeríos. Siempre hablamos muy bien del otro. De hecho, cuando vivía en Estados Unidos lloraba escuchando sus canciones y eso no cambió", confiesa.
Fuente: ACSUN, Lic. Javier Dìaz,