viernes, 18 de julio de 2014

¿Fin de la democracia racial en Brasil?



Brasil llevaba muchas décadas haciendo gala de su condición de democracia racial, un concepto formulado por el sociólogo brasileño Gilberto Freyre, en los años '30, que daba por sentada la práctica ausencia de racismo en una sociedad donde actualmente la mitad de la población se considera afrodescendiente, tal y como reflejan los datos del último censo efectuado en 2010. 


Pero todo eso es mentira. En Brasil hay problemas raciales que se retroalimentan con los problemas socioeconómicos.


Según la Conferencia Nacional de los Obispos, la población negra vive en "precarias condiciones" y sufre por la falta de políticas de inclusión. "

La abolición de la esclavitud fue teórica. En la práctica el pueblo negro sigue excluido", opinó por su parte el sacerdote David Santos, quien dirige la ONG Educafro, que demanda igualdad de derechos para los afrobrasileños.

Datos estadisticos.

BRASILIA (Wharton Universia). En el Censo 2010, un 50,7% de los 190,8 millones de habitantes de Brasil que había aquel año se declaraban negros o mulatos, un 47,7% blanco, un 1,1% de origen asiático y tan solo el 0,4% indio.

Sin embargo, hoy en día, nadie cree en el mito de democracia racial, “ya no es válido”, aseguraFelipe Monteiro, profesor de INSEAD e investigador del Mack Institute for Innovation Management de Wharton. Durante un largo periodo de tiempo, dice, la población brasileña ha negado que hubiera un problema racial, puesto que desde la tardía abolición de la esclavitud en 1888 nunca se prohibió la convivencia de razas como en Estados Unidos o Sudáfrica, pero “que no haya tanta tensión racial como en otros países no significa que haya igualdad de oportunidades”, explica.


Brechas salariales que explican las desigualdades etnico -raciales

De hecho en el país existe una estrecha vinculación entre etnia -  raza y nivel social. 
Según el censo de 2010:
 los blancos y asiáticos ganaban salarios que rondaban los US$900 de media, casi el doble que los negros y mulatos, que tenían ingresos de cerca de US$480. 

En 2010, el 65% de los pobres eran afrodescendientes.

La situación ha mejorado durante la última década porque el espectacular crecimiento de la economía brasileña ha permitido que unos 40 millones de habitantes salgan de la pobreza extrema, pero aún así la desigualdad de renta sigue siendo un problema evidente. El índice Gini del país, que mide esto último (0 representa una equidad perfecta y 100 una inequidad perfecta), se sitúo en 54,7, por detrás del 42,1 de China, otro país de los denominados BRIC, según datos del Banco Mundial de 2009.

“Brasil tiene un déficit enorme en la inclusión de los afrodescendientes y de los indígenas y sus descendientes”, asegura Renato Janine Ribeiro, profesor de Ética y Filosofía en la USP (Universidad de Sao Paulo).

Acciones afirmativas para disminuir las brechas històricas.

Por eso, había que tomar alguna medida, señala Ribeiro respecto a las iniciativas de acción afirmativa puestas en marcha en el país en los últimos años en el ámbito de la educación superior y que ahora se han trasladado también a los organismos públicos a través de la fijación de cuotas.

En concreto, el Senado brasileño aprobó el pasado mes de mayo una ley que reserva el 20% de los empleos públicos, lo que incluye la administración indirecta y empresas estatales, para los individuos que se declaren negros o mulatos en el momento de la inscripción, condición que luego tendrán que probar antes de su contratación. Los datos oficiales hasta ahora habían sido decepcionantes: solo el 30% de los funcionarios públicos brasileños es de color y un escaso 12% está entre aquellos que tienen los mejores salarios.

En el ámbito de la educación superior, el panorama tampoco es alentador en cuanto a representación de minorías, por eso se llevan aplicando algún tipo de cuotas raciales y sociales en las universidades públicas del país desde hace algo más de una década y en el horizonte se contempla también reservar escaños para la población afrodescendiente.

“Este tipo de políticas afirmativas se iniciaron hace cerca de quince años, pero adquirieron mayor intensidad con los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT)de Luiz Inácio Lula da Silva [2003-2010] y ahora con Dilma Rousseff [desde 1010]”, relata Ribeiro. En EEUU se llevan adoptando desde los años 60 y, “junto con otras iniciativas, tuvieron éxito en incorporar los descendientes de afroamericanos a los liderazgos sociales, económicos y políticos, culminando en la elección de Back Obama a la Presidencia”, destaca.

Ribeiro cree que siempre ha habido menos prejuicio racial en Brasil que en EEUU, pero en este último país, dice, “incluso durante la época de la segregación racial, había una burguesía negra y universidades para negros. En Brasil, la relación entre blancos y negros fue más paternalista, existiendo hasta un cierto afecto, pero siempre manteniendo una jerarquía rígida de raza y de clase social”.

¿Las politicas publicas para las familias màs pobres en Brasil ayudan para disminuir las diferencia etnico raciales?

Por eso, él considera que aunque las medidas de inclusión social introducidas en los últimos años [como Bolsa Familia, ayudas económicas a familias en situación de extrema pobreza] acaban beneficiando a blancos pobres y también a los afrodescendientes, “que en su mayoría fueron o aún son pobres, el ascenso social ha sido, históricamente, más difícil para los de color que para los blancos pobres”. Y él hace referencia a una canción popular de los años 30 que dice “tu color no niega, mulata, que eres mulata en el color”, para ilustrar la necesidad de adoptar medidas dirigidas especialmente a esta población. Si no, “continuarían enfrentando la barrera del prejuicio”.

Desequilibrio de conocimiento y habilidades

Sin embargo, las medidas de acción afirmativa, entre las que se incluyen la fijación de cuotas, crean cierto grado de controversia en las sociedades que las introducen, como EEUU o el propio Brasil. El economista estadounidense Thomas Sowell ya advirtió en su libro Civil Rights: Rhetoric o Reality contra el uso de las injusticias del pasado como justificación para las políticas del presente que favorezcan a grupos humanos que se hayan visto perjudicados históricamente. En el caso de Brasil, existe un claro consenso entre los expertos sobre la necesidad actual de implementar este tipo de medidas, pero también son evidentes los desafíos que conlleva su puesta en marcha.



Fuente: ACSUN, Lic. Javier Dìaz, 24urgente.

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